martes, 29 de marzo de 2011

Reflexión sobre la democracia argentina.


Fausto Tejerina.

Ante la opinión muy difundida sobre el gran valor de la democracia y la vigencia del orden constitucional, en la vida diaria, parece contraponerse un conjunto de comentarios que, con un poco de indignación quizás, tilda a las mismas instituciones como deficientes y obsoletas.
  Pero es necesario abordar un componente relacionado con el comportamiento humano, y es que como sociedad deberíamos buscar una instancia superadora de las dos posiciones antedichas, dado que los principios republicanos y los órganos del Estado son espacios que, desde el inicio de su vigencia formal, se asemejan a recipientes vacios, y como tales no podrían brindar ningún provecho a la sociedad que los ha consagrado. No obstante lo cual, debemos advertir que aquí se ha dado un primer paso que nos permite saber que el país nos pertenece a todos como ciudadanos y que contamos con las herramientas que otorga un estado organizado.
  En el momento de la historia que nos toca atravesar se puede advertir el segundo avance: el llenar de contenido todo el cúmulo de declaraciones insertas en nuestro ordenamiento jurídico (desde la Constitución Nacional hasta las ordenanzas municipales), y emplear esas herramientas que el mismo nos brinda para que la “república democrática” que hemos consagrado, también tenga vigencia en nuestra sociedad, en la vida diaria de todos los que formamos parte de ella.
  Ahora bien, me pregunto: ¿Esto implica un cambio drástico? ¿Es posible lograr objetivos sociales en lapsos cortos de tiempo?
  Pienso que no, más todavía, debemos entender que nuestra democracia es aún joven, y por eso no hay una cabal conciencia en nosotros sobre que la democracia no sólo es el respeto de derechos y libertades; por supuesto que es eso, pero también es algo más, y es que el ser todos nosotros ciudadanos implica también la asunción de responsabilidades para que todas nuestras libertades estén garantizadas. No me refiero aquí a la dirigencia política, ni a cargos públicos, sino al deber moral que tenemos todos de plasmar en los diferentes ámbitos en los que desarrollamos nuestras vidas, principios y valores que comúnmente exigimos de nuestros semejantes. Todo esto nos permite afrontar los tiempos complejos que vivimos y eventualmente diversificar los ámbitos capaces de dar respuesta a los reclamos históricos referidos a desigualdades sociales, sea referido a la economía o la educación; como también a los nuevos desafíos, ya sea en el campo de la ecología como en el gran desarrollo de los medios masivos de comunicación.
  El “secreto” es innovar, y las políticas de estado deben apostar a los proyectos que promuevan nuevos niveles de participación ciudadana para encausar y sintetizar todos los aportes que nazcan de la sociedad. La participación de las “Organizaciones no gubernamentales”(ONG’s) en la contribución de proyectos legislativos en diversos ámbitos, el control de los actos de gobierno (comprendiendo a los realizados por todos los partidos  políticos que representan a la sociedad) por mecanismos nuevos, empleando redes sociales y otros elementos que pueda brindar la tecnología; son dos componentes que deben aumentar gradualmente.
  En lo personal pienso que todo esto ya comenzó a pasar y que , poco a poco, la maquinaria de la sociedad democrática cobra un ritmo propio tan dinámico que me brinda esperanzas en el porvenir y a la vez invita a una reflexión cautelosa para no olvidar lo esencial que es la armonía institucional, sin la cual no es posible lograr UN PAÍS PARA TODOS.

   Fausto Tejerina.

1 comentario:

  1. Seamos realistas !!!

    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=_6Ws_lAn2yI

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