jueves, 26 de mayo de 2011

El Genocidio Olvidado

Cristhian Robertino Costantini

Armenia es una de las pocas naciones que ha sobrevivido a repetidas invasiones, destrucción y persecuciones. A través de los siglos, se ha caracterizado a los armenios como un pueblo con capacidad de adaptación, resistente, emprendedor y con convicciones firmes. La manera en que lograron sobrevivir mientras otros Estados más importantes y poderosos desaparecían, y, al mismo tiempo, realizar significativas contribuciones a las civilizaciones del mundo, es lo que caracteriza a la sorprendente historia del pueblo armenio.


Que la geografía determina la historia es más cierto en Armenia que en cualquier otra nación. A diferencia de Japón, que rara vez ha tenido que enfrentar invasiones, la posición excepcional de Armenia, como corredor entre Asia y Europa, la ha hecho blanco de invasiones frecuentes y le ha valido prolongado períodos de dominación extranjera.

Todo lo anteriormente enunciado consta en libros, en la tradición oral de su pueblo y forma parte de la historia universal reconocida por la humanidad.

Pero más allá de las tradiciones milenarias que acompañaron y acompañan a los armenios en la diáspora, hay un pendiente, una herida abierta, tres puntos suspensivos que se continúan con el peor de los castigos: la ignorancia, el desinterés de la comunidad internacional por lo que sucedió con su pueblo hace casi un siglo.

Lord Byron nos dice “Será difícil, quizá, encontrar los anales de la historia una nación menos manchada con los crímenes que los armenios”.

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La idea de La Cuestión Armenia y su Solución Final comenzó en la segunda mitad del s-XIX, y uno de sus antecedentes fue la diferencia de credo, ya que los turcos eran musulmanes y la población armenia era católica. Otro impulsor de las atrocidades turcas, fue el creciente movimiento nacionalista armenio, que amenazaba con un movimiento separatista y la formación de un futuro estado alineado a Rusia.

El gobierno Otomano, enemigo de Rusia, veía su imperio desmembrarse. Ya había sufrido la independencia de Rumania, Bulgaria y Serbia y Montenegro, no estaban dispuestos a ceder un ápice con la población armenia.      

En el último lustro del s.XIX, bajo mandato del sultán Hamid III se llevaron a cabo las llamadas Matanzas Hamidianas, donde las cifras de víctimas armenias son calculadas entre 200 y 300 mil muertes. A pesar de la dispersión del dato, las cifras son más que reveladoras de la clara intención del exterminio. Irónicamente, al sultán Hamid se lo recuerda con el calificativo de “El Sultán Rojo”.

Otra ironía histórica es que, bajo su mandato, se firmó la Constitución Turca, en base a la carta magna belga, la cual garantizaba los derechos civiles, libertad de culto, la seguridad de la vida, los derechos de propiedad para todos y proporcionaba igualdad ante la ley para todos los ciudadanos.

En abril de 1909, durante la ola de disturbios realizada por elementos del ejército con apoyo de jóvenes estudiantes de teología islámicos que promulgaban el regreso del sultán y la ley islámica, tropas otomanas realizaron expediciones especiales a los principales enclaves armenios establecidos en la provincia de Adana. En esta ocasión, las víctimas armenias oscilan entre 20 y 30 mil muertes. La comunidad armenia no había tomado parte de ninguno de los bandos mencionados ni en el conflicto en general.  

A fines de 1914, el imperio otomano entró en la 1ra Guerra Mundial aliado a Alemania y Austria-Hungría, atacó fuerzas rusas en territorio eslavo y fue derrotado en batalla. Rusia contraatacó, internándose en territorio turco, en una zona en la que ya se habían producido fricciones entre etnias armenias y musulmanes.

Aprovechando la religión común y el reciente malestar de los armenios dentro del Imperio Otomano, Rusia promovió el nacionalismo armenio. Al mismo tiempo, los armenios habían comenzado a defender la creación de un Estado armenio independiente. En 1915 se estableció una corta república armenia independiente, en la histórica región de Anatolia, interrumpida constantemente por avances de uno y otro bando. A comienzos de 1918 las fuerzas turcas recuperaron todo el territorio perdido, más nunca dejaron de culpar a la población armenia por su suerte en las batallas contra Rusia.  

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La fecha que se conmemora es 24 de abril de 1915, fecha en que el gobierno  otomano detuvo más de 200 intelectuales armenios residentes en Estambul, que eran considerados líderes de su comunidad. Poetas, escritores, editores de diarios, maestros, abogados fueron secuestrados de sus hogares y posteriormente asesinados.

Un par de meses después, comenzó la deportación de más de un millón de armenios de todas las regiones de Anatolia, países mesopotámicos  y la actual Siria. El gobierno turco no puso los medios para proteger a los armenios durante su deportación, ni en su lugar de llegada, siendo claramente el objetivo de las marchas forzadas la muerte por hambre, sed o agotamiento físico.  

Tras el reclutamiento de la mayoría de los hombres y los arrestos de ciertos intelectuales, tuvieron lugar masacres generalizadas a lo largo de todo el Imperio. Se ordenó a tropas irregulares cometer crímenes para forzar a los armenios a rebelarse y justificar así las atrocidades cometidas por el ejército otomano. En algunas ciudades, las autoridades otomanas ordenaron asesinar a todo armenio varón, indistintamente de su edad.

Se calcula que existieron unos 26 campos de concentración para confinar a la población armenia, donde morían de epidemias e inanición. Las masacres no respetaron la edad o el sexo de las víctimas, y las violaciones y otros tipos de abusos sexuales eran frecuentes.

Las cifras oficiales difieren según la fuente. Algunos historiadores turcos indican que en todo el Imperio Otomano habitaban menos de 1 millón y medio de armenios, por lo que decir que más de 1 millón de armenios fueron asesinados sería cuanto menos exagerado. Otras posiciones hablan de al menos 10 mil armenios fueron muertos.

Pero, ¿cuántas muertes son necesarias para encasillar una atrocidad semejante? ¿Hace falta algún número específico de víctimas para hablar de genocidio? En realidad no.

La existencia comprobada de que los hechos perpetrados contra la población armenia formaron parte de un plan elaborado minuciosamente con el solo objetivo de una limpieza étnica debería ser más que suficiente.

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¿Por qué hablamos entonces de este como “El genocidio olvidado”?

En la actualidad, de 242 países existentes, son tan solo 20 los que reconocen oficialmente el genocidio armenio, uno de los cuales es la misma Armenia. Turquía, asimismo, niega completamente la existencia de un plan para finalizar la cuestión armenia, y critica la semejanza de los hechos con el Holocausto, indicando que, a diferencia de los armenios, la población judía en Alemania y Europa no hizo propaganda en pro de una separación ni se rebeló aliándose con potencias extranjeras.

El gran ausente en la disputa, Estados Unidos, no avanzó con el reconocimiento del genocidio dado que dicha postura causaría un gran daño a sus relaciones con un aliado clave en la OTAN, según palabras de George W. Bush en ejercicio de su presidencia.

Países con una fuerte tradición colonialista evidencian su falta de interés y no utilizan el término “genocidio” para referirse a estos hechos. Alemania, Inglaterra y España son ejemplos de lo que el afán de tierras y oro justifican hacer con las minorías étnicas.  Por citar algunos ejemplos claros:

Historiadores de renombre, aunque difieren en cifras, coinciden en que América fue víctima del mayor genocidio de la humanidad. Se estima que no menos de 30 y hasta 90 millones de aborígenes perecieron desde la llegada de los europeos hasta la actualidad. Claro que es más sencillo culpar a las epidemias y utilizar nombres como “catástrofe demográfica” que hablar de matanzas sistemáticas con un fin específico. Aún hoy, es más sencillo dejar que aborígenes tobas mueran de hambre para después sembrar soja sobre sus tumbas.

“Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso”, nos dice Eduardo Galeano.

En tierras más lejanas, Inglaterra intentó borrar el linaje de los habitantes autóctonos eliminando a los hombres varones, cruzando a las mujeres con hombres ingleses cual si fuesen animales y adiestrando a los niños en la cultura inglesa, tratando de borrar sus costumbres e idiomas, su linaje y sus dioses. Oceanía, Sudáfrica, Escocia, etc., etc., etc.   

“Es mejor ser exterminado que ignorado”. La cita de la famosa actriz y dramaturga estadounidense Mae West es brutal, pero seguro refleja el pensamiento del pueblo armenio.

No tengo calificativos para mencionar el Holocausto perpetrado contra el pueblo Judío.

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Anteponiéndose a la indiferencia de estas potencias, otros países que han tenido cultura colonialista, inclusive los descendientes de 2 grandes imperios (Rusia e Italia) reconocen formalmente el Genocidio Armenio, tal vez en afán de reconciliarse con la historia.

Francia, defensor de los ciudadanos por excelencia, también carga sobre sus hombros la sombra del colonialismo y la esclavitud, no obstante multa con varios miles de euros y hasta un año de prisión efectiva a quienes públicamente nieguen la existencia del Genocidio Armenio.

Escocia, Gales e Irlanda del Norte, es decir todo Reino Unido menos Inglaterra, reconocen oficialmente la existencia del genocidio.

Para finalizar, nuestro país, integra la corta lista de estados que han reconocido formalmente el Genocidio Armenio. Como argentino, es motivo de orgullo personal el reciente fallo de nuestra justicia, indistintamente del magistrado actuante, cuya sentencia definitiva sobre una causa de 10 años permitirá a los demandantes usar este antecedente con valor de sentencia ante otros foros internacionales, que el Estado Turco cometió el delito de genocidio en perjuicio del pueblo armenio.

Un par de meses atrás, nuestra presidente realizó una gira diplomática por, entre otros países, Turquía. Allí, junto a su par turco rindieron homenaje a Kemal Atatur, quien, en palabras de un H.´. “fue unos de los arquitectos en donde la nueva Turquía se erigió sobre los cadáveres de 1.500.000 armenios”.  

Personalmente creo que uno debe permitirse perdonar, más no debe olvidar.

Es importante no olvidar y aprender de la historia, propia y ajena, más aún, si un país trata de constituirse en ejemplo de Derechos Humanos y defensa de las libertades esenciales del hombre.

Si no, si demostramos que nada aprendimos, si nos quedamos en palabras y utilizamos el discurso de defensa de los Derechos Humanos como mera herramienta política, corremos el riesgo de que haya más Armenia, más Australia, más Potosí, más Siux, más Tobas.

Como argentinos, tenemos la obligación de trabajar cada día para impedir más muros que separen la realidad que no queremos ver, impedir que el olvido caiga sobre las etnias que sufren la indiferencia diaria de la comunidad internacional, peligrando su futuro inmediato, sino corremos el riesgo de que haya más Palestina, más El Paso, más Berlín.           

             
Cristhian Robertino Costantini

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