miércoles, 11 de mayo de 2011

Reflexionando


Roberto Cattaneo

Dice un proverbio español: "No hay venganza más honorable que la que no se cobra".

Cuando alguien que parece tener todos los motivos del mundo para buscar venganza y no lo hace, el ejemplo que presenta es extraordinario e imponente.

El autocontrol -ante la injusticia- es un enorme acto de nobleza, ya que expresa un deseo por algo mucho mayor y mejor que la venganza. 


El autocontrol, en esas circunstancias, expresa la Paz: expresa hasta qué punto estamos comprometidos con ella. No ceder a la venganza, es reconocer que podemos hacer algo para terminar con todos los odios y heridas que envenenan nuestras vidas. 

Magnanimidad significa "gran alma". Para elevarse sobre la violencia, la injusticia, la injuria y los actos aberrantes de algunos seres humanos (¿humanos?) es necesaria la magnanimidad. Esta es siempre escasa, pero es el único antídoto contra la furia de la venganza, la cual -sin excepción- siempre hace que lo malo empeore. 

El autocontrol y la magnanimidad son ingredientes fundamentales para hacer del mundo un lugar mejor.

Cuando hablamos de éxito, solemos medirlo en términos económicos. Alguien "tiene éxito" si lo vemos comprarse todas esas cosas que nosotros no podemos. El problema de este modelo... es que no es para todos.

¿Por qué? Porque en un planeta con recursos finitos, si todos alcanzáramos ese tipo de éxito, iríamos derecho al auto-exterminio. ¿Entonces? ¿Decimos "lo siento, no hay para todos", o ponemos el planeta "en oferta hasta agotar el stock"?.

Parte de la solución sea quizás redefinir nuestros estándares de éxito. Así, podríamos ayudar a cambiar un sueño... que para muchos desfavorecidos es ya una pesadilla.

Alguien dijo "es la Economía, estúpido". Pero a mí me parece, que la única estupidez reside en sostener una economía... que no incluya a todos.

Cuando aún son niños, los padres obtienen de sus hijos lo que quieren y mantienen el control sobre sus vidas, sin pensar demasiado en la forma que lo hacen. La amenaza, el castigo y la manipulación son métodos "tradicionales".

Son simples, rápidos y eficaces porque los niños son muy susceptibles a ellos. 

Pero en los adolescentes, las amenazas ya no producen ningún efecto... A menos que haya un alto nivel de confianza y mucho respeto recíproco, los padres no tienen -prácticamente- ningún control sobre sus hijos adolescentes.

Lo que ocurre -sencillamente- es que, para sostener la relación con nuestros hijos (que buscan desesperadamente independencia) necesitamos grandes "reservas emocionales".

Si no alimentamos adecuada -y suficientemente- la relación durante sus años de formación, provocaremos graves consecuencias durante la adolescencia: nuestra falta de influencia se hará evidente y la relación se deteriorará, pudiendo llegar -en muchos casos- a la ruptura.

Fuimos testigos de una tecnología que salva vidas, junto a otra que las destruye. Una, que permite que los edificios no se desplomen, y otra que envenena invisiblemente... matando y comprometiendo generaciones por años.

Y detrás de cada tecnología: hombres y mujeres. Tú, Yo y Nosotros. Tomando decisiones, diseñando, creando, equivocándonos. Esta cara y cruz nos muestra una moneda que girará por siempre. Si tenemos la capacidad de cuidar, tanto como de destruir... ¿cómo elegimos qué hacer? ¿Cómo decidimos hacia dónde dar nuestro siguiente paso? ¿Qué criterios usamos para definir el progreso?

El Tsunami golpeó un pueblo directamente, pero fue también "un gran baldazo" de agua helada y furiosa, en el rostro de una humanidad que sigue dormida. Si el camino que elegimos para avanzar -como civilización- puede llevarnos hacia el retroceso y la extinción. ¿No llegó la hora de explorar otro?.....

Roberto Cattaneo

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