domingo, 8 de mayo de 2011

Beneficencia 2.0

Cristhian Robertino Costantini

Tengo 93 amigos en Facebook, 11 seguidores en Twitter, 65 contactos con perfiles en Windows Live. Posteo comentarios en un Blog solo de vez en cuando, y me sumo a las cadenas de discusiones que se arman en torno a una u otra noticia en diferentes diarios online. Sumo unos 70 contactos en MSN y otros 50 entre Yahoo! y Gmail. Abrí una cuenta en LinkedIn, la cual no uso, y, aunque sé de que trata, jamás entré a Flickr.


En mi entorno laboral, a diario utilizo herramientas de chat, dos casillas de email, telefonía fija y celular para así estar en contacto con decenas de personas que intervienen en el resultado final de mi trabajo. De no contar con estas herramientas, reunirme con todos ellos a fin de solucionar problemas sería físicamente imposible.

De esto que cuento, saco como conclusión que:

\    No soy un tipo extremadamente sociable (un amigo tiene 758 amigos en Faceboook solamente) ni me interesa serlo.
\    Aún así estoy conectado con una red de personas a las que no veo personalmente desde hace tiempo y que, tal vez, están a varios kilómetros de distancias, a veces cientos, a veces miles.
\    Me queda mucho terreno por recorrer aún en la autopista 2.0 y la realidad de social media aún no me ha empapado de sus novedades y tentaciones.

Normalmente no daría un ejemplo personal como el anterior, solo lo hago para introducirnos a un tema que trata de exactamente lo contrario, de escapar del egocentrismo que nos rodea, de utilizar estas herramientas tecnológicas para conocer diferentes realidades y así poder ayudar al resto.

Puedo imaginar a profesionales y especialistas leyendo esto. Mientras un médico, que bien merece disfrutar de su ocio, lance varios tweets al universo virtual, varias personas estarán necesitando su ayuda. Muchas de ellas no tendrán los recursos para contar con atención médica.

Utilizando un ejemplo diferente, mientras un profesional en plomería chatee en MSN, varias personas no contarán con energía eléctrica que otorgue más dignidad a su vida. Mientras un albañil habla con un pariente lejano a través de Skipe cientos de personas no poseen un techo que los albergue.

Según Wikipedia, Web 2.0 es la nueva forma de aprovechar la red, permitiendo la participación activa de los usuarios, a través de opciones que le dan al usuario voz propia en la web, pudiendo administrar sus propios contenidos, opinar sobre otros, enviar y recibir información con otras personas de su mismo estatus o instituciones que así lo permitan. La estructura es más dinámica y utiliza formatos más modernos, que posibilitan más funciones.  

Por otro lado, la definición económica reza que las necesidades nunca podrán ser satisfechas en su totalidad, debido a que los bienes y servicios resultan escasos en relaciones a las ilimitadas falencias de los consumidores. Es posible que éstos satisfagan por completo la necesidad de una cierta mercancía o servicio pero, una vez llegado a este punto, aparecerán nuevas necesidades, tal vez más elaboradas y complejas, que generarán una mayor demanda de otros bienes.

Entonces, si yo que me considero una persona bastante austera en cuanto a contactos virtuales, puedo contar con una red de al menos 200 personas que a su vez, están conectadas con otras 200 personas y así sucesivamente, ¿cómo no obtener ayuda si lo necesitare? O, por oposición, ¿cómo no prestar ayuda si alguien tweeteara su necesidad y yo pudiera resolverla? ¿Y si para ayudar a los que no tienen comida mucho menos Internet pudiera crear un sitio donde exponer con palabras e imágenes las necesidades de la gente y utilizar las redes sociales para conseguir asistencia?

Muchas ONGs lo hacen. Un Techo para mi país utiliza las redes sociales para reunir sus voluntarios en campañas solidarias o congregarlos a manifestaciones públicas o trabajos mancomunados, contando de este modo con una alacena virtual de donde toman sus seguidores que se identifican con una causa y acuden en auxilio de los que menos tienen cada vez que pueden o hace falta.

El pasado marzo, por ejemplo, se realizó una nueva edición del Twestival, una iniciativa de los usuarios de Twitter en el campo de los eventos con fin de recaudar dinero para cuestiones benéficas y que se realiza mediante fiestas solidarias en 200 ciudades de todo el mundo. Imaginen el impacto de una necesidad lanzada al ciberespacio que haga eco en millones de personas.

En Facebook, cientos de asociaciones de beneficencia realizan su tarea de hormiga recaudando fondos, bienes y fuerza de trabajo para realizar sus acciones solidarias. La filantropía 2.0 está presente en casi todos los países que cuentan con esta mega-red social.

¿Es utópico pensar en un entorno web donde usuarios virtuales puedan realizar oferta y demanda de bienes y servicios… gratis? Podría postearrealizo trabajos de carpintería en mis tiempos libres” o “necesito un par de zapatillas 40/41 para indigente de mi barrio, ofrezco lección de inglés a cambio”.

¿Acaso suena disparatado imaginar una página con diferentes categorías (al estilo Mercado Libre) donde uno pueda localizar con precisión la asistencia que busca y, así mismo, retribuir con propia ayuda el favor recibido? Un sitio donde uno pueda calificar a los usuarios según la calidad de la ayuda recibida, realizar comentarios sobre la experiencia, organizarse para realizar trabajos mancomunados en cualquier lugar, solo porque si. El bien por el bien mismo.

Solo habría que crear una plataforma segura, con una buena política de identidad de usuarios y promoverla. Moderarla y listo. Las herramientas tecnológicas actuales hacen que estos supuestos sean posibles.

Como antes dijimos, la teoría económica nos dice que las necesidades son infinitas. ¿Qué diría Adam Smith si la satisfacción de las mismas se acercase al mismo número? Tal vez, en un futuro no muy lejano, los libros deban reescribirse y el capital filantrópico social forme parte de la ecuación.

Cristhian Robertino Costantini         
                             

2 comentarios:

  1. Muy buen principio del trueque... no esta nada mal la idea...

    TAF.·.

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  2. Estimado Crithian: antes que nada aclaro que no es fin principal hacer juicio de valor sobre tu publicación, es solo un punto de vista diferente u opuesto sobre lo que expones al principio. Al respecto creo que tu introducción tiene una mirada un tanto “tecnofóbica”.

    Desde mi ver; en las redes sociales sucede algo que difiere del mundo físico, y es nada más y nada menos que el aporte o la ayuda desinteresada entre personas que no necesariamente se conocen o geográficamente cercanas.

    La ayuda en el mundo virtual es más frecuente que en el mundo real o concreto. Ejemplo de esto son las redes sociales como taringa.net, los cientos de miles de foros que tratan amplios y variados temas, en youtube se pueden encontrar tutoriales hechos por profesionales y aficionados.

    Cuando me refiero a ayuda virtual, entiéndase a toda ayuda que carece de materialidad y puede transmitirse en forma digital.

    Desde otro punto, en las redes sociales las relaciones humanas muestran menos inhibición que en las relaciones cara a cara. La expresión de sentimientos, reflexiones, estados de ánimo, gustos, o compartir intimidad a través de fotos, videos, etc. también es más común en la virtualidad que en el mundo físico. Imagino que hacer publico estas cuestiones tendrán que ver con la búsqueda de contención social o emciona, o la necesidad de reconocimiento. Esto podría ser la razón por la cual tu amigo tiene 758 “amigos”.

    Entonces creo que estamos ante un panorama favorable para esta excelente iniciativa de lograr que la colaboración virtual pase al plano material. A modo de aporte, sugiero que inicies por crear un grupo o sitio en facebook o cualquier red masiva. Fundar una red puede resultar un camino más largo para la concreción de este proyecto.

    Por último, te agradezco Cristhian por tu publicación disparadora del pensamiento que expuse.

    Saludos

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